El expresidente Evo Morales, que renunció tras un golpe de estado que el calificó como “cívico-político y policial”, arribó el martes al Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la ciudad de México, donde agradeció al gobierno de Manuel López Obrador por salvarle la vida ante el riesgo que corría tras los hechos de violencia registrados en el país.

"Hoy es un día de alegría porque el asilo que se ha ofrecido a Evo Morales ha sido efectivo, y ya está aquí en tierras mexicanas donde gozará de libertad, seguridad, integridad y protección a su vida", dijo el canciller mexicano al momento de dar la bienvenida a Morales y a su comitiva a nombre del Presidente mexicano.

Morales fue recibido por el canciller mexicano Marcelo Ebrard, quien en horas de la mañana detalló que el viaje de su invitado tuvo una serie de complicaciones diplomáticas, por las restricciones aéreas bolivianas para recoger al líder izquierdista en el aeropuerto de Chimoré, en Cochabamba, y posteriormente la suspensión del permiso por parte del Gobierno de Perú "por valoraciones políticas", por lo que el avión tuvo que recurrir a Paraguay para recargar combustible y volar en la línea fronteriza entre Bolivia y Brasil, rodear Ecuador y entrar a aguas internacionales para llegar a tierra azteca.

"Hermano Canciller muchas gracias por salvarme la vida (...) gracias México y a sus autoridades, quiero decirles que mientras tenga la vida seguiremos en política, mientras tenga la vida sigue la lucha y estamos seguros que los pueblos del mundo tienen todo el derecho de liberarse", sostuo Morales en contacto con la prensa.

Morales llegó a suelo mexicano aproximadamente a las 13:15, hora boliviana, junto al vicepresidente Álvaro García Linera y la exministra de Salud, Gabriela Montaño, ambos obligados a renunciar ante la arremetida de grupos de choque contra su integridad y la de sus familias.

La exautoridad boliviana dijo que tras su triunfo en la primera vuelta de las elecciones generales del 20 de octubre de este año, empezó el golpe de Estado político-cívico, al que se sumó la Policía Nacional, con motines escalonados en varias ciudades del país.

La ola vandálica desatada en las últimas tres semanas dio como resultado la quema de tribunales electorales departamentales, de sedes sindicales y viviendas de autoridades de Estado y afines al Movimiento Al Socialismo (MAS), entre ellos su hermana Esther Morales, quien fue despojada de su propiedad en Oruro, mientras que el líder indígena sufrió el saqueo de su vivienda en Cochabamba.

A su juicio, con políticas de amedrentamiento los grupos de choque opositores hicieron renunciar a las autoridades ante las represalias contra sus familia, además de secuestros, amenazas y quemas de sus domicilios particulares, motivo por el cual decidió dimitir a la Presidencia para evitar más hechos de sangre, contra sus allegados.

Morales denunció nuevamente que un día antes de su renuncia, un miembro de su equipo de seguridad del Ejército le informó que ofrecieron 50.000 dólares a cambio de entregarlo, por lo que fue protegido por sus bases de las Seis Federaciones del trópico de Cochabamba.

Sostuvo que el único delito que tiene es ser indígena y su pecado fue implementar programas sociales para los más humildes en busca de la igualdad y la justicia.

"Nuestro peor delito y pecado es que ideológicamente somos antiimperialistas y que sepa el mundo entero que no por ese golpe voy a cambiar ideológicamente", aseguró.

Calificó el golpe como una lección más para aprender y fortalecer la lucha de los pueblos en Bolivia y en el mundo.